jueves, 22 de septiembre de 2011

Lo inadecuado-José Alberto López

Lo inadecuado es el título del proyecto presentado por Dora García en el Pabellón de España de los Giardini, en la Biennale di Venezia. El título de la obra es, en buena medida, la obra en sí. Traducida también al inglés y al italiano, la frase se despliega sobre el suelo del pabellón, vacío, por lo demás, de otros objetos o estímulos visuales. Dora García ha elegido realizar una obra incorpórea que adquiere sentido con la intervención de ochenta performers preestablecidos y otros espontáneos que pueden sumarse también a la faceta web del proyecto. Se trata, así, de una propuesta performática, cuya consumación, cuya completitud, se alcanzará solo cuando se culmine el proceso que debe desarrollarse durante los cinco meses que dura la Biennale. Es decir, que habrá que esperar a que el evento se clausure para poder sacar algo en claro de este proyecto, pues solo entonces se habrá completado. Esta "obra", con su carácter irritantemente procesual e inmaterial y con un título que irónicamente parece calificar su propia inoportunidad, ha generado una desfavorable opinión entre el público, experto o lego, que ha visitado el Pabellón de España.
Es cierto que en el arte contemporáneo ya no nos asombra nada y estamos muy acostumbrados al proceso y la inmaterialidad, pero en este caso Dora Garía ha confundido el contexto de la Biennale con el de uno de los tantos "talleres" que suelen acoger los centros de arte contemporáneo. Para poner un ejemplo relativo a otro género artístico contemporáneo, lo que la artista nos propone es presenciar algo equivalente a lo que sería asistir al proceso de concepción, planeamiento, producción y montaje de una instalación, sin llegar a disfrutar de la instalación misma, porque después de cinco meses, ¿a quién le importará ya el resultado del proyecto de Dora García para la Biennale?
Pero en el caso de la participación española en la Biennale, la obra de García no ha sido lo único inadecuado. Ya citamos en nuestro número anterior lo inoportuno de la participación catalano-balear, y ahora hemos de señalar la desmesura de la participación oficial española, que ha supuesto el gasto de una desorbitada suma para una obra tan intangible: 850.000 euros, dentro de los cuales no sabemos si se computa el viaje, totalmente fuera de lugar, de la Ministra de Cultura a Venecia con su séquito para inaugurar el Pabellón de España. No recordamos haber visto nunca antes a un ministro de cultura español inaugurando el pabellón en Venecia. Tampoco sabemos si el dinero gastado en la dispendiosa cena ofrecida por España para celebrar la ocasión formaba parte de ese presupuesto de 850.000, o si a esta suma hay que agregar todos esos gastos de representación que paradójicamente no se vieron nunca en los pasados años de bonanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario