sábado, 1 de septiembre de 2012

Perlas ensangrentadas por Abel Hernández

El aparente capricho que a veces incendia las RRSS ha devuelto estos últimos días de agosto a la actualidad unas declaraciones que el actual ministro de Educación y también de Cultura José Ignacio Wert, realizara en una entrevista para la edición española de Rolling Stone de mayo.

Ya entonces sus palabras suscitaron acaloradas reacciones. Por ejemplo, basta releer las entradas y comentarios que inmediatamente motivó en los blogs de músicos como Enrique Mateu o Luis Asiaín. Lean.

Desconozco qué resorte ha provocado la resurrección en la última semana de aquellas declaraciones a Jesús Cintora. Lo cierto es que entonces probablemente pasaron algo desapercibidas y que ahora han vuelto a enfurecer a muchos hasta el punto de poner al rojo durante algunas horas numerosos perfiles musicales de la redesfera patria.

Con tamaña razón. Tanto en el primer pase en mayo como en su reposición, la primera de las, digamos, juguetonas manifestaciones del ministro a la hora de provocar reacciones fue la afirmación que dio su titular al periodista: "Puede que los músicos deban cobrar menos por la crisis". Así, en general.

No sé si es muy necesario comentar tamaña boutade e insensatez pero lo haré, si bien él mismo ya se desdijo al empezar la tormenta. Lo hizo el 6 de mayo por la mañana mediante su twitter, escribiendo: "Tenéis razón, me he expresado mal. Me refería solo al caché de los grandes bolos. Mis disculpas. Ruego retwitear." De nuevo, volvió a hacerlo fatal.

El punto de mira estaba torcido y la inconsciencia e inconsistencia llama a nuevos interrogantes. Si se suman el titular y el tweet se diría que el ministro al hablar de la música en España estaba pensando en algunos como Bisbal y las galas de verano de los ayuntamientos o a los conciertos de grupos que llenan estadios de fútbol, esa clase de cosas excepcionales. Y que la bajada de honorarios de tal clase de profesionales es el único problema y por tanto donde reside la solución de ese ente sin atributos que Wert llama "los músicos".

Al margen de la inexactitud y frivolidad propias de cualquier charla de café de tal afirmación (el "puede que" y el "cobrar menos"), ¿conoce el ministro de Cultura en qué consisten esos grandes bolos? Es decir, ¿conoce la infraestructura que conllevan sus operaciones, el personal que trabaja en los diferentes engranajes? ¿Conoce cómo funciona económicamente el sector de la música? ¿De verdad no piensa aportar su ministerio ninguna solución a la crisis que afecta a miles de puestos de trabajo y cientos de creadores que están definiendo parte de la cultura española actual?

Lejos de ello, su aportación por ahora parece ser la recomendación de las medidas neoliberales (algo así como "compitan en el libre mercado", "flexibilidad laboral y busquen marcas") y el cacareo de la aprobación de la ley (en mi opinión absurda e inútil tal y como se argumentó en anteriores columnas de aire, a la de una, a la de dos y a la de tres ) que dejó su antecesora.

Por otro lado, a la luz de tales afirmaciones parece complicado saber qué piensa J. I. Wert de todas las músicas y músicos minoritarios que trabajan (acompañando, tocando, componiendo, grabando, produciendo, pinchando, enseñando, etc.) en absoluta precariedad en este país y que son la inmensa mayoría. Parece complicado pensar si bajo su responsabilidad, va a tomar el ministerio de Cultura español, el principal organismo oficial de la cultura de nuestro Estado de Derecho, alguna medida en estos 3 años largos que restan de mandato para invertir la situación de progresiva desaparición de tales recursos culturales. Si va a dejar todo en manos del mercado, quizá su ministerio deba realmente desaparecer y sus partidas presupuestarias repartirse de alguna forma.

Perlas. La entrevista no aporta soluciones ni programa alguno pero sí deja otras perlas como su minusvaloración de La Movida que parece asociar a un puñado de jóvenes drogados y sólo de la capital de España. Ello puede entenderse como desconocimiento, pero así resulta aún más chocante, sobre todo porque Wert fue concejal desde la oposición en la alcaldía de Tierno Galván en la época florida de la madrileña movida.

Todo se vuelve tétricamente más claro a la luz de la hemeroteca. Según puede leerse en el diario El País del 28 de abril de 1983, fueron los miembros del Consejo de Administración de RTVE por parte del PDP José María Álvarez del Manzano (luego alcalde de Madrid) y J. I. Wert quienes avivaron la mecha de la persecución de "Me gusta ser una zorra" de las vizcaínas Vulpes por obscenidad que acabaría con la dimisión de Carlos Tena.

Quizá el ya en 1983 declarado fan de los Rolling Stones (el concierto de su vida fue el de aquel año en el Calderón) no conociera algunas de las letras de sus ídolos por aquel entonces. En todo caso, y cerramos el flashback, despachar con tal desdén uno de los fenómenos más importantes e idiosincrásicos de la cultura española postfranquista significa en cualquier persona una gran ignorancia de su Historia. Lo que resulta de especial gravedad viniendo de un ministro de Cultura que, por su cargo y al margen de su gusto personal, debería estar obligado a reconocer y hasta diría yo que ensalzar cualquier importante manifestación cultural de su país.

En una oscura coincidencia acabo de saber con gran pesar que hace unas horas ha fallecido Bernardo Bonezzi, compositor de más de 40 bandas sonoras y autor adolescente de algunas de las más maravillosas canciones de ese momento de efervescencia. Precisamente él también decía que La Movida no había sido para tanto, pero él podía decirlo porque la protagonizó y no asistía al consejo de ministros. En la que seguramente es mi favorita, Bonezzi escribió algo que de alguna manera viene a cuento en este punto del post sobre J.I . Wert: "Los niños juegan a extraños juegos, curiosos mundos en sus extraños juegos. Utilizan agujas, una hoguera en el centro, abajo es arriba y arriba es abajo."

(In memoriam, Bernardo)

Y es que la resurrección de estas declaraciones del ministro (y ahora que lo pienso, acaso tal sea la causa de la misma) casi coincidía con la ceremonia de clausura de los JJOO de Londres y su gran despliegue de homenaje al pop británico, a su valor cultural, su identificación con la sociedad británica, su capacidad como factor de impulso económico, etc. Un hecho diferencial español con respecto a los que deberían ser los referentes europeos, es que en Gran Bretaña el conocimiento y valoración cultural de la música, y por extensión del Pop, por parte de un candidato a primer ministro suma votos en campaña electoral mientras que aquí...

Perlas. Podríamos seguir con la asimilación que Wert hace de la música con el Pop (y Rock) y su querencia hacia el idioma inglés. Queremos suponer que se dejó llevar por la empatía con la clase de medio que le entrevistaba. Que si hubiera sido una revista especializada en música clásica, folclórica, flamenco o jazz, habría sido distinto. El caso es que tal torpeza hace un flaco favor a músicas y géneros del pop singularmente nacidos por estas latitudes nuestras y a su valoración general.

En cuanto a la preferencia por el inglés, el gusto del señor ministro no nos importa tanto como que el responsable cultural de un ejecutivo no sepa darse cuenta de que, como tal, debe promocionar la música hecha en alguna de las lenguas oficiales del Estado (u otras que no son oficiales, si me apura). El inglés, de momento, no lo es. Quizá no haría mal el ministro en pedir, por ejemplo, copia de ese libro en que Rockdelux daba su lista justificada de los cien mejores discos de pop españoles. Le asombrará saber que muchos, la mayoría, no cantan en inglés, sino en vasco, catalán, gallego o castellano.

Perlas. Me permitirán que ni me refiera a la indiscreción del Sr. Wert de mostrar su preferencia por la cantautora madrileña Russian Red, no sólo por su manifestada tendencia a la derecha del espectro político pero sí por ello.

Perlas, ay, ensangrentadas, como escribió otro malogrado, compañero de Bonezzi en Kaka de Luxe, Carlos Berlanga. "Vámonos, me dijo, tengo que hablarte de unas perlas ensangrentadas, flores pisoteadas, perlas ensangrentadas..."


Y, bueno, se supone que yo no tendría que parar aquí, sino comenzar con una reflexión más general sobre lo que todo esto significa. Pero ya se vuelve demasiado largo. Así que dejaré que cada uno de vosotros, amables lectores, saque sus propias conclusiones y la semana que viene espero tener fuerzas y ganas para intentar disertar de modo más general sobre lo que esta clase de pensamiento y actitud hacia la música denota y también provoca.

A ver si mientras tanto puedo sacarme de la cabeza la imagen de pesadilla que se ha instalado mientras escribía: unas Vulpes que acaban de manifestarse de derechas cantando en inglés "Me gusta ser una zorra".



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